PLACER Y DOLOR
El placer es una condición experimentada por el alma cuando percibe algo que armoniza con su naturaleza. El dolor y el sufrimiento son ocasionados al entrar en contacto con cosas que desarmonizan con su naturaleza. Siendo cuatro los poderes del alma, se sigue que los placeres y sufrimientos deben dividirse también en cuatro categorías, correspondientes a cada facultad.
El placer de la facultad de la razón radica en la adquisición de conocimiento sobre la real naturaleza de las cosas, y su sufrimiento estriba en la ignorancia y la privación de tal saber.
El placer de la facultad de la ira y fiereza consiste en la sensación de ser victorioso, y en la satisfacción de sobreponerse al enemigo y tomar venganza de él. Su sufrimiento reside en el sentimiento de ser superado y derrotado.
El deleite de la facultad del deseo y la pasión radica en disfrutar de comidas, bebidas y contacto sexual, mientras el
sufrimiento consiste en la negación de tales experiencias.
El placer de la facultad de la imaginación reside en la visualización de circunstancias que conducen a la aparición de deseos carnales y tendencias demoníacas, mientras que su sufrimiento radica en la insuficiencia e inadecuación de tales visiones.
El más fuerte y puro de los placeres es el experimentado por la facultad de la razón. Es una forma de placer que es tanto inherente como natural en el hombre. Es un placer constante, que no está sujeto a las experiencias cambiantes de la vida diaria. Por el contrario, los otros placeres, los que pertenecen al cuerpo y son animales, son de naturaleza transitoria y sin ningún valor duradero. Estos placeres animales son tan bajos y triviales que el hombre se avergüenza de ellos y trata de ocultarlos. Si se dijera de un hombre que él experimenta gran placer comiendo, bebiendo y teniendo relaciones sexual es, seguramente se avergonzaría y alteraría por ello. No tendría por qué hacerlo si tales actividades fueran decorosas para el hombre, en cuyo caso se alegraría y enorgullecería de su amplia difusión.
Podemos concluir entonces que el tipo de placer que es propio del hombre, y puede decirse que es realmente gratificante (y que no es tal solamente en apariencia), es aquel que experimenta la facultad intelectual del alma. Esta clase de placer tiene muchos grados, el más elevado de los cuales se experimenta en la cercanía de Allah y se adquiere a través del permanente esfuerzo en estar cada vez más cerca de Él.
Cuando la totalidad del propio esfuerzo está dirigido a la obtención de este verdadero y eterno placer, los placeres sensuales son eclipsados, tomando su verdadero lugar en la vida, manteniéndose en un estado de moderación.
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Extraido del libro “LA RECOPILACIÓN DE LAS VIRTUDES – جامع السعادات – Allamah Muhammad Mahdi An-Naraqi
Traducción al Español: Hasan ‘Abd Al-’Ali Bize