Dr. Muhammad Legenhausen

Traducción: Equipo de traducción de la Confesión Islámica al-Kauzar.

La oposición del Islam al socialismo

El socialismo exige la destrucción de la tradición y su sustitución por un sistema radicalmente igualitario.


El sistema de distribución propuesto por el Socialismo no es de carácter islámico porque ignora la diferencia que surge como resultado del contrato y el comercio, por tanto, sólo considera el patrón de distribución. El materialismo socialista es incompatible con el antimaterialismo de la ideología islámica. La idea de que los medios de producción deben estar en manos de las masas, o del partido que las representa, es contraria a la idea de gobierno jerárquico que se encuentra en el Islam, que, aunque sea en beneficio del pueblo, no le da a este ningún derecho totalitario a los medios de producción.


Más concretamente, en lo que respecta al feminismo, en donde el socialismo se opone a la familia como una expresión de relación de clases explotadora, el Islam trata de apoyar y fomentar la construcción y el mantenimiento de esta. Los lazos familiares son sumamente importantes en el Islam. Así que el Islam y el socialismo son diametralmente opuestos en este punto.


Todas las formas de feminismo con inclinaciones socialistas están de acuerdo con el objetivo de la destrucción de la familia. Todas rechazan cualquier tipo de diferenciación y complementariedad de género. Como tales, se oponen fundamentalmente al Islam.


Muchas de las formas de feminismo que rechazan el socialismo conservan, sin embargo, los principios de igualdad y de oposición a la familia de los socialistas, por lo que el Islam se opondrá a ellas no menos que a las formas más ortodoxas de socialismo.

La oposición del Islam a la actitud filosófica del feminismo

Los valores morales propugnados por las feministas, ya sea el feminismo de la igualdad o el feminismo ginocéntrico, no son valores apoyados por el Islam. En el feminismo, el objetivo es la libertad absoluta para elegir vivir como uno quiera, sin la interferencia de las costumbres sociales o regulaciones que asignan roles específicos a hombres y mujeres. La justicia en el Islam significa que todo esté en su sitio, no la igualdad absoluta, y tampoco una superioridad femenina en todos los ámbitos.


La determinación de la justicia en el Islam requiere la sabiduría y la perspicacia que resultan del estudio y de la vida según las pautas establecidas por el Profeta (P) y los Imames (a.s.). El pensamiento filosófico en el Islam, como todos los aspectos de la cultura islámica, es un reflejo del tauhid (monoteísmo). Se considera que todas las cosas tienen una unidad subyacente como efectos de Dios, Quien es la causa última, o como modos de su autorrevelación.


La razón se abandera como un medio para entender este monoteismo. El pensamiento filosófico feminista, en cambio, se mueve en la dirección opuesta. En lugar de buscar alguna unidad subyacente en el ser, en la causalidad o en la manifestación de la existencia y la realidad, el feminismo se dedica a escudriñar para develar un supuesto conflicto; el feminismo ve formas ocultas de subyugación al acecho en prácticamente cada texto, cada teoría, cada fenómeno social o cultural.


Desplaza la idea de una armonía entre lo masculino y lo femenino con indignación contra la opresión de las mujeres por medio de la diferenciación de género. El intelecto mismo se considera una herramienta de opresión, y el apoyo en este es llamado despectivamente «logo-centrismo». El filósofo ideal en la cultura islámica es el de alguien que por medio del uso de su intelecto ha vencido las artimañas de su propia alma que le ordena al mal. El intelecto domina el alma del filósofo, quien pierde así el interés por lo que se considera apetecible en términos mundanales.


El ideal de la pensadora feminista, el cual se encuentra en los escritos feministas, es el de una mujer preocupada por sus propias experiencias y que las utiliza para descubrir las raíces de la opresión de la mujer en las diferencias de género, lo que supera mediante un esfuerzo de deseo no limitado por el patriarcado. El ideal del Islam es la cercanía a Dios, y las relaciones sociales se rigen por un espíritu de obediencia a Dios, en el que la justicia se concibe como un equilibrio adecuado que satisface las exigencias de la conciencia moral, la costumbre social y los mandatos explícitos de Dios.


En el feminismo, por el contrario, toda la teología está subordinada a su programa de liberación, en el que el ideal es una libertad social que hace sus propias reclamaciones morales absolutas en nombre de la igualdad y la abolición de las diferencias basadas en el género, en cuanto a un desempeño social.

La oposición islámica a la teoría política feminista

La teoría política islámica ve a la injusticia como un acto de rebelión contra Dios, porque los gobernantes usurpan el gobierno para satisfacer sus propios deseos, en lugar de someterse a la voluntad divina, por todo esto son injustos con los demás. Ser injusto con las personas es un pecado Capital ante Dios.


Este punto de vista político se magnifica en la teología chiita. La disputa sobre el califato surge porque algunos no estaban dispuestos a someterse a la elección hecha por Dios para la sucesión del Profeta. Todos aceptan que Ali fue designado para ejercer un tipo de liderazgo, pero aquellos que apoyaron otras opciones para el Califato se rehusaron a aceptar la designación real o su prolongación a los ámbitos políticos. Con esta negativa, por la razón que sea, se muestra un espíritu bastante ajeno a la completa sumisión que exige el Islam. El pecado principal es el de la desobediencia a Dios. Las injusticias cometidas en los intentos violentos de detentar el poder son la consecuencia natural de este pecado.


Para la teoría política feminista, en cambio, el pecado principal es el sometimiento de la mujer a la autoridad masculina. Todas las demás injusticias sociales se interpretan a partir de esto, y la eliminación de cualquier subordinación de la mujer al hombre se considera la clave para la eliminación de todas las demás formas de injusticia.


El Islam tiene como objetivo acercar lo humano a lo divino. Así, el objetivo del orden político, en el Islam, es la creación de un entorno propicio para el culto y la obediencia a Dios, a través del cual se consigue la proximidad a Él. Esto requiere del establecimiento de una condición de armonía y equilibrio social en la que cada componente de la sociedad, sus instituciones, prácticas, formas culturales, discurso y miembros individuales, encuentren un lugar adecuado para acercarse a la divinidad en completa sumisión. El objetivo del orden político en el feminismo, por el contrario, nunca va más allá de la libertad de romper las restricciones de los roles tradicionales de género, formando relaciones e incluso comunidades sin ninguna forma de jerarquía, subordinación o diferenciación de género como la que se encuentra en las familias de prácticamente todas las culturas.


Continuará…

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